martes, 28 de octubre de 2008

'Los años desnudos' rememoran el destape


CAROLINA CAMBRILS / Madrid

La libertad en la España de 1975 no era más que un espejismo. Así lo refleja la historia de tres mujeres que, tras alcanzar su momento de gloria en el cine clasificado “S”, se percatan de que su fama es efímera e irreal.

Esta tragicomedia feminista hace un repaso, en un tono nada melancólico, al cine del destape. Ese cine que causó furor en la España de la transición y que fue capaz de revolucionar a un país ávido de libertad. Se trataba de películas cuyo guión seguía siempre el mismo hilo conductor: desnudar a las mujeres más bellas de la época. Bárbara Rey, Ágata Lys o María José Cantudo pusieron de manifiesto que la censura franquista había concluido. No obstante, el derrumbe de la represión franquista no se llevó consigo el machismo. Ya que, junto a estas mujeres de bandera, solían aparecer actores como Andrés Pajares o Fernando Esteso… ¿no es esto acaso un cierto tipo de discriminación?


Sandra (Candela Peña) es una cabaretera que, tras varios desengaños logra su gran oportunidad en el cine “S”. Eva (Mar Flores), una mujer de origen provinciano, es capaz de fascinar a un productor de cine e incluso convertirse en su esposa. Lina (Goya Toledo), consigue abrirse un hueco en la gran pantalla por su frescura y capacidad de seducción. Sin embargo, tras su fugaz incursión en un cine que únicamente anhelaba exhibir sus cuerpos para alardear de recién estrenada libertad, las tres actrices se ven abocadas a la desventura. Las drogas, la infelicidad o la decepción llenan el vacío que deja una fama utópica.

El resultado es sensible y carismático, aunque no brillante. Se trata de una película que divierte y emociona, a la vez que nos recuerda que enseñar las tetas no hace más libres a las mujeres. “Los años desnudos” pretende denunciar conciencias – porque de los otros desnudos se puede ir olvidando el espectador- y recalcar que España era y es una sociedad machista.
A continuación, el trailer de la película 'Los años desnudos:


martes, 21 de octubre de 2008

Vicky y Cristina rinden tributo a Barcelona


CAROLINA CAMBRILS/ Madrid
Vicky Cristina Barcelona es una comedia fácil, de digestión ligera y sin complicaciones intelectuales. Entretiene sin sorprender y agrada sin deslumbrar. Es como si Woody Allen hiciera películas de primera y de segunda. Los filmes de la primera categoría marcan un punto y parte, eclipsan a la crítica y embaucan a los espectadores. Son pura genialidad en forma de fotogramas. Las películas de segunda, son pasatiempos ajenos a la brillantez del director neoyorkino.

El filme desarrolla la historia de dos turistas norteamericanas, Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson) que llegan a Barcelona para pasar sus vacaciones de verano. Encandiladas por la comida, la lengua y una bellísima ciudad condal – ante la pantalla se muestra resplandeciente, soberana- las dos amigas pasan los días estivales de forma rutinaria e incluso tediosa. Hasta que Juan Antonio (Javier Bardem), un pintor catalán, alocado y tan bohemio como era de esperar, coincide con ellas y da un toque de color a sus vacaciones.

Es entonces cuando la película deviene una enrevesada historia de tríos amorosos. Las dos jóvenes parecen caer rendidas ante un Bardem que hace de seductor a lo español: muy bronceado, tosco, grosero, con un inglés macarrónico y susurrando en castellano cada dos por tres. Encantos que también parecen interesar a su ex-mujer, María Elena (Penélope Cruz). Una mujer temperamental, que roza la histeria, y que complica todavía más, si cabe, la extraña relación sentimental que mantienen los protagonistas.

El humor de Vicky Cirstina Barcelona no es, por consiguiente, el que uno espera encontrar en una película de Woody Allen. No hay ironía desagarradota ni comicidad inteligente. Pese a ello, resulta imprescindible ver la película en versión original para percatarse de algunos chistes sobresalientes que se consiguen a través los cambios repentinos de idioma.
Para dar muestra de lo dicho, aquí va el trailer del último metraje de Allen:

miércoles, 8 de octubre de 2008

'Las Troyanas' de Eurípides


CAROLINA CAMBRILS / Madrid

La historia de 'Las Troyanas' supone la amarga constatación de que el hombre no ha sido, ni será capaz, de reescribir su propia historia. De que la experiencia suele servir de poco. De que el hombre está irremediablemente abocado a engendrar sus propias tragedias. ¿Cómo se explica si no que una historia de guerras bárbaras siga estremeciendo auditorios enteros?

El texto de Eurípides se estrenó por primera vez en la primavera del año 415 a.C. Se trata de una historia de guerra, dolor y muerte. Una tragedia que narra la desesperación de las mujeres de Troya cuando su pueblo ha sido aniquilado por los griegos. Las antes reinas, esposas, madres y concubinas de Troya, aguardan ahora una vida de esclavitud y miseria. La desesperación y la rabia se apoderan pues de este grupo de mujeres a las que la guerra se lo ha arrebatado todo.

Mario Gas, el director de esta producción del Teatro Español, pone todo su arte y oficio para que el público haga suya esta acibarada tragedia. Y lo cierto es que, lo consigue. Quizás la imponente escenografía que propician las Naves del Matadero, tal vez un reparto deslumbrante o un diálogo lleno de fuerza, hacen posible que el público comprenda que 'Las Troyanas' es una historia de hoy. Que la guerra era, es y será siempre, dolor. Un dolor infringido por el hombre contra sí mismo. Un dolor que la historia no ha sabido difuminar.

Por otro lado, destaca la acertada interpretación que llevan a cabo los actores, capaces de llegar a un tono de tragedia adecuado, sin caer en el histrionismo ni la histeria. Es especialmente brillante la actuación de una sublime Gloria Muñoz quien, como la reina Hécuba, se enfrenta dignamente a su destrono y a pérdida de todo su reino. Sobresalen también Anna Ycobalzeta y Mia Esteve en los papelones de Casandra y Andrómaca.
A continuación un estracto de la representación de la obra: