miércoles, 8 de octubre de 2008

'Las Troyanas' de Eurípides


CAROLINA CAMBRILS / Madrid

La historia de 'Las Troyanas' supone la amarga constatación de que el hombre no ha sido, ni será capaz, de reescribir su propia historia. De que la experiencia suele servir de poco. De que el hombre está irremediablemente abocado a engendrar sus propias tragedias. ¿Cómo se explica si no que una historia de guerras bárbaras siga estremeciendo auditorios enteros?

El texto de Eurípides se estrenó por primera vez en la primavera del año 415 a.C. Se trata de una historia de guerra, dolor y muerte. Una tragedia que narra la desesperación de las mujeres de Troya cuando su pueblo ha sido aniquilado por los griegos. Las antes reinas, esposas, madres y concubinas de Troya, aguardan ahora una vida de esclavitud y miseria. La desesperación y la rabia se apoderan pues de este grupo de mujeres a las que la guerra se lo ha arrebatado todo.

Mario Gas, el director de esta producción del Teatro Español, pone todo su arte y oficio para que el público haga suya esta acibarada tragedia. Y lo cierto es que, lo consigue. Quizás la imponente escenografía que propician las Naves del Matadero, tal vez un reparto deslumbrante o un diálogo lleno de fuerza, hacen posible que el público comprenda que 'Las Troyanas' es una historia de hoy. Que la guerra era, es y será siempre, dolor. Un dolor infringido por el hombre contra sí mismo. Un dolor que la historia no ha sabido difuminar.

Por otro lado, destaca la acertada interpretación que llevan a cabo los actores, capaces de llegar a un tono de tragedia adecuado, sin caer en el histrionismo ni la histeria. Es especialmente brillante la actuación de una sublime Gloria Muñoz quien, como la reina Hécuba, se enfrenta dignamente a su destrono y a pérdida de todo su reino. Sobresalen también Anna Ycobalzeta y Mia Esteve en los papelones de Casandra y Andrómaca.
A continuación un estracto de la representación de la obra:

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